Estoy muy contento porque Sonia Serrano me invitó a colaborar a su programa de radio en NTR Jalisco.
Aquí comparto mi colaboración.
Sí, la palabra churida sí existe y, según el diccionario del español de México, significa que algo está marchito, arrugado y triste. Aquí no es la dichosa palabra, el caso es que las verduras de mi mercado están churidas y me pregunto por qué, si yo vivo en la Americana, la que fue la colonia más cool del mundo en 2021. Ya no encabeza la lista, pero todavía está cool, lo que no, es el mercado Juárez.
¿Por qué ese mercado tiene verduras tan feítas, que se ofrecen a precios del City Market y están tan caras que se ponen tan agrias como el humor de los tenderos, a quienes no he podido arrancarles una sonrisa en un año de visitarlos?
Porque las empresas mexicanas están condenadas a quedarse estancadas o, en muchos casos, a irse para atrás.
Hace poco salió un libro que explica gran parte de, no te me vayas a ofender, la mediocridad de nuestra economía. Se llama México en la encrucijada, coordinado por Javier Guzmán Calafell.
“Las empresas de México”, dice Mark Thomas en uno de los capítulos, “no parecen ser capaces de crecer con la suficiente facilidad, y esto conduce a un exceso de micro y pequeñas empresas y a una relativa falta de grandes. Se crean muy pocos empleos formales de alta calidad en comparación con los informales y mal pagados de las pequeñas empresas”.
“Las empresas improductivas permanecen en el mercado y no aumentan su productividad tan rápidamente como en otros países”. ¿Te has fijado en la gran cantidad de ferreterías que hay por Avenida de La Paz, muchas de ellas que no parecen vender un tornillo?
Y para rematar: “Existen demasiados recursos atrapados en empresas de baja productividad”.
Va una parte de la explicación de por qué tu primo sigue con su puesto de tacos peor que hace 20 años. Porque no hay suficiente acceso al crédito.
A ti te ofrecen créditos todo el día, llamándote por teléfono. Algunas serán llamadas de fraude, pero parece que a los bancos les encanta ofrecer créditos al consumo, porque los tomamos con gran irresponsabilidad y no nos preocupa que cobren 49 por ciento de interés anual.
O sea que si te prestan 100 pesos, en un año les vas a deber 149.
Lo que estaría padre sería que los bancos le pudieran ofrecer créditos, con buenas tasas, a los empresarios o, bueno, a los marchantes del mercado. Imagínate que pudieran instalar un buen sistema de refrigeración, con celdas solares y toda la cosa. Para eso necesitarían un crédito que se pudiera pagar, no algo impagable con tasas de 49 por ciento.
Así el tamaño de nuestro estancamiento económico. Los bancos dicen que no hay seguridad de que puedan recuperar sus préstamos. Tienen parte de razón, y entonces le prestan a un montón de irresponsables que se endeudan para comprar los tenis blancos de moda. Y si hubiera dinero, nos faltaría escolaridad e imaginación para pensar en cómo mejorar los negocios.
¿Podremos romper con todos estos problemas y empezar a crecer? ¿El que vende ese pollo tan rico en el mercado Juárez podrá comprarse aunque sea una bolsa de hielo para preservarlo hasta las 2 de la tarde? ¿Le devolverá Belinda el anillo a Christian Nodal? Veamos los próximos capítulos.
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