Y a todo esto, te dice tu pareja mientras tú le das una cucharada al helado que están compartiendo, ¿nosotros qué somos?
Te quedas con el helado congelándote la lengua, sin saber qué vas a contestar. La pregunta suena tan terrorífica como la frase “Tenemos que hablar”.
En fin, en México, ¿qué somos? ¿Cuál es nuestro modelo de producción?
El economista Branko Milanovic llegó a la conclusión de que en el mundo solo hay un modelo de producción dominante: el capitalismo. En este artículo me voy a basar en lo que dice Milanovic en su libro Capitalismo nada más.
Son capitalistas los sospechosos comunes: Estados Unidos, Francia, Colombia y México. Pero también lo son China, Rusia y Vietnam.
El capitalismo es un sistema en el que se produce para obtener beneficios,
Se utiliza mano de obra asalariada y libre desde el punto de vista jurídico
Y en su mayoría la propiedad del capital es privada.
Como dice Milanovic, en el mundo capitalista todos entendemos que hay que trabajar para conseguir una ganancia. “El lucro no solo es respetable, sino que es el objetivo más importante de la vida del individuo, un incentivo que entienden las personas de todos los rincones del mundo y de todas las clases sociales”.
Hay dos tipos de capitalismo en el mundo.
El modelo meritocrático liberal, que es el dominante en occidente, que se supone que requiere de instituciones democráticas, como las que describen los recientes ganadores del Premio Nobel de Economía, Daron Acemoglu y James Robinson en su libro Por qué fracasan los países.
Y el modelo de capitalismo político, que es el que tiene China, en donde la mayor parte de la producción se hace en el sector privado, bajo la tutela de un estado poderoso.
Los países de América Latina prácticamente calcaron sus constituciones de la de Estados Unidos, y así más o menos garantizan una democracia parecida a la de allá, con división de poderes e imperio de la ley, por lo que nosotros estamos, o estábamos hasta hace poco, en el modelo meritocrático liberal.
En Estados Unidos están construyendo un gobierno de los ricos, desde mucho antes de la llegada de Trump a la presidencia, pero esa ya es otra historia.
Voy a hacer una afirmación atrevida. En México estamos avanzando a un modelo que se parece al de China, o sea el capitalismo político que, según lo describe Milanovic, combina el dinamismo del sector privado, el imperio de la burocracia y el sistema de partido único.
En el capitalismo político, según ese autor….
Al frente de todo está una burocracia, que debe tener criterios técnicos y ser eficiente para tomar las grandes decisiones En el capitalismo occidental, el estado establece las condiciones para que la iniciativa privada decida qué se hace. En el capitalismo político, el estado decide si se invierte en trenes, refinerías o líneas aéreas o no.
No hay una ley que dé cohesión a todo. La ley se aplica selectivamente. Sí hay leyes y se aplican en la mayoría de los casos. Pero el imperio de la ley no puede ser generalizado, porque eso le quitaría poder al partido único y a sus dirigentes. La ley es la ley, pero no siempre.
Milanovic también menciona en el libro Capitalismo nada más, que Deng Xiaoping, considerado el padre del capitalismo político moderno, estaba en contra del sistema de varios partidos políticos, de la división de poderes y de los parlamentos de Occidente.
Si Deng hubiera tenido que celebrar la Constitución, por supuesto que habría sido muy feliz de no invitar a la fiesta a los representantes del poder judicial.
Otra característica del capitalismo político es una corrupción endémica. Como la ley se aplica selectivamente, es muy importante tener un conocido en el gobierno para conseguir favores.
A la mejor es una exageración, pero parece que estamos avanzando en esto del partido único y de quitarle contrapesos al poder ejecutivo. Se eliminaron organismos autónomos como el Instituto Nacional de Acceso a la Información o el Consejo Regulador de Energía y habrá que ver si el nuevo poder judicial tendrá dientes para hacer su trabajo. Y ni hablar del apetito del gobierno por construir trenes o fabricar chocolates.
Entonces, ¿nosotros qué somos o hacia dónde vamos? Branko Milanovic, con su libro Capitalismo nada más, tal vez nos ayude a entender.
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