Acuérdate de cuando en primaria te llevaban al Castillo de Chapultepec y te quedabas con los ojos bien abiertos de ver la carroza de Carlota y Maximiliano. La historia de los últimos emperadores nos fascina. Que a ellos se les ocurrió construir el Paseo de la Reforma, que él andaba de parranda mientras ella gobernaba, que Carlota se volvió loca y remojó el pan con chocolate en la mesa del Papa…
Maximiliano era como el príncipe Harry de su época: el segundo hermano, el que nunca heredará ningún trono y que la familia real no halla qué hacer con él. La mamá le espantaba a las novias que no le convenían a la familia, luego lo pusieron de virrey en un territorio que Austria estaba a punto de perder, lo regresaron y entonces el mismísimo Napoleón III y algunos mexicanos desorientados le ofrecieron gobernar México.
Le daba por la poesía, por la contemplación, por leer a los griegos y por las reformas más modernas. Justo lo que NO necesitaban los conservadores mexicanos. Pero no lo querían a él, querían a un miembro de una familia noble y el respaldo de Francia.
Me imagino el Linkedin de Maximiliano, después de quedarse sin chamba como virrey de Lombardía-Veneto a los 27 años. Poeta, con una mala experiencia como gobernante, concentrado en construir un elegante palacio en Trieste, distraído… todo mal.
Y aún así, los cazatalentos de México lo contratan para ser gerente de un país que es un desorden. La moraleja de su historia, que terminó tan triste en el Cerro de las Campanas (no me digas que no sabías), es que no debes pedir chamba de lo que sea, con tal de no estar a la sombra de tu hermano, el emperador de Austria.
Podrás decir lo que quieras, pero no puedes negar que Maximiliano tuvo una vida interesante. Pedro J. Fernández escribió una biografía novelada de Maximiliano: Maximiliano. Memorias secretas del emperador mexicano.
Platiqué con él (con Pedro, no con Maximiliano) y me contó cosas divertidas, que si de verdad el emperador era muy ojo alegre, que si su mamá era o no una malvada, que si los Habsburgo eran como los Kennedy de su época, que si Carlota gobernaba mientras él danzaba por el país y cuál fue la extraña cama en la que Maximiliano durmió en su primera noche en la Ciudad de México. Tú escucha.
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