¿Cómo pueden vivir sin leer esto?
Yo digo que hay que leer, releer y consultar siempre estos 10 libros.
Antes los libros servían para decorar la casa. Huy, los abuelitos estaban bien orgullosos de tener una pared llena. A mí, la verdad, como objeto decorativo no me emocionan mucho porque se llenan de polvo, en los depas de hoy no dejan lugar ni para el azúcar y se convierten en un recordatorio de que no los hemos leído. Y luego anda uno con la culpa de no haber terminado, o empezado, La guerra y la paz.
No es obligatorio llenarte de libros, ya a nadie le impresionan, así que para de comprar las ediciones empastadas en cuero de El Quijo de la Mancha y, por favor, dona los textos de química de tercero de secundaria.
Lo que sí está padre es leer algunos libros. Se me ocurrió hacer una lista de 10 que estaría bueno siempre consultar.
Ana Karenina. Ana es una mujer buena y ejemplar. Viaja a Moscú para aplacar los líos del matrimonio de su hermano, al que cacharon en una infidelidad. Pero en el tren conoce al guapo Wronsky y todo se echa a perder. El hermano de Ana es perdonado y puede seguir su vida feliz, pero a Ana le pasa de todo.
El librote es una gozada, como dice el español, con sus descripciones, como las de las mangas de Ana, o la abejita que baja mientras todos están comiendo. La mejor: esa escena en la que adivinas que Ana y Wronsky se acaban de dar una revolcada marca diablo sin que Tolstoi haya dicho nada claramente.
2. El rey Lear. Los abogados deben usar este libro como carta de presentación. Al rey Lear se le ocurre que puede heredar en vida a sus hijas pero no hace un contrato para aclarar los términos. La cosa se pone peor que capítulo de La rosa de Guadalupe, porque aquí no va a llegar una brisita a arreglar la grilla entre las hermanas y los cuñados.
3. Cazadores de microbios, de Paul de Kruif. Te lo debieron exigir en la secundaria, pero obviamente no pusiste atención. Es una oda a los científicos que han descubierto los bichos que nos pueden enfermar y lo que ha hecho la humanidad para enfrentarlos. Alguien ya debería hacer una serie con solo el capítulo sobre Pasteur.
4. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. ¿Creías que te ibas a librar de él? ¿Que solo dicen que lo leen los políticos en campaña? Aparentemente es una historia sobre un loco insoportable, que obliga a su amigo Sancho a acompañarlo en lances en los que los dos terminan casi siempre golpeados. Pero es un buen tratado sobre la salud mental y cómo tenemos que entenderla mejor. Los amigos del Quijote, Sancho entre ellos, son los que uno quisiera para verlos cuando menos en cada jueves de dominó.
5. El jardín de los cerezos. Aquí va un espacio para un suspiro. Tantas familias que se pelean por la herencia. Tantas herencias que se desperdician y tanta belleza que se pierde. Y todo porque no nos ponen a leer esta obra de Chejov, sobre el arte de perder (que no es difícil de aprender). Es una ilustración de cómo los hacendados y los pequeños burgueses van perdiendo su riqueza y su romanticismo, como tan bien lo describe el siguiente libro.
6. El manifiesto comunista. La primera parte es un poema para celebrar los triunfos del capitalismo. Para que me creas los cito: “Hasta que ella (la burguesía) no lo reveló no supimos cuánto podía dar de sí el trabajo del hombre. La burguesía ha producido maravillas mucho mayores que las pirámides de Egipto, los acueductos romanos y las catedrales góticas; ha acometido y dado cima a empresas mucho más grandiosas que las emigraciones de los pueblos y las cruzadas”.
Marx y Engels siguen con su rapsodia: que la burguesía eliminó la hipocresía feudal, acabó con las supersticiones, nos conquistó con mercancías baratas, los trenes y los medios de comunicación. Inventó las ciudades cosmopolitas y convirtió los productos espirituales nacionales en un acervo común de la humanidad. Huy, Carlitos y Federico, espérense a que vean el iPhone y las serie de Netflix a disposición 24/7.
Luego se acuerdan de que van a hablar de las maravillas que nos promete el comunismo. Entonces dicen que lo malo del capitalismo es que cae en crisis de destrucción de riqueza en las que muchos pierden sus haciendas o sus empleos. Lo que hará el comunismo, según ellos, será tomar las fuerzas del capitalismo y planear todo muy bien para que no ocurran esas crisis. Ajá, ya los vemos planeando el momento en que el mundo dejó de comprar consolas RCA porque se inventó el radio de transistores (o Blackberry porque iPhone), o viendo desde antes la burbuja de internet o la crisis de 2008. Suerte con su planeación.
Es impresionante que dos autores tan exquisitos, llenos de referencias literarias y tan buenos para escribir terminen siendo los ídolos de tantos investigadores universitarios que viven, como dice el manifiesto, de la generosidad de la burguesía.
7. Moby Dick. ¿Quién la ha leído completa? Yo no, y aún así me atrevo a decir que es encantadora. Es un libro de consulta, por si quieres saber de especies de ballenas, de un señor llamado Starbuck o de la obsesión del capitán Ahab por cazar a su ballena. Pero me quedo con el bromance entre Ismael, el que empieza el libro diciendo “llámenme Ismael”, y Queequeg.
“He nacido tierra adentro, pero todos los caminos llevan al mar. El agua tiene una magia irresistible que atrae a los hombres y los impulsa a cruzar montañas, a seguir arroyos, riachuelos y ríos, hasta llegar al mar, que es como un inmenso espejo donde a todos nos gusta mirarnos.”
Herman Melville, Moby Dick
8. Historias de cronopios y de famas. Cuando los autores latinoamericanos estaban escribiendo LA novela, a Cortázar se le ocurrió hablarnos de unos seres muy raros, que no soportan a sus papás porque los ponen en ridículo frente a sus compañeros de primaria, que van ilusionados a conocer otras ciudades y que se frustran cuando se caen a un pozo porque el sándwich que llevan no es el que querían.
9. Frankestein o el moderno Prometeo. ¿Qué vamos a hacer con todas las fuerzas que desencadenamos con las maravillas de las que se habla en El manifiesto comunista? No las vamos a planear con un súper gobierno omnisciente y omnipotente, como proponen Marx y Engels y los profesores de centros con nombres de sigla, como CUSCH y CCH. Las soltamos y no nos hacemos responsables por ellas. El Dr. Frankestein deja libre a la creatura y huye desaforado. A veces nos identificamos con el científico y muchas con la creatura, que se siente solita y con frío y le reclama a su creador que nada más la aventó a la vida sin instrucciones. Sí, muy bonitos los iPhone y las series de Netflix, pero ¿qué estamos provocando con ellos?
10. Orgullo y prejuicio, por el cinismo de la narradora. Con solo el primer párrafo, de que todo hombre rico y casadero se convierte en el tema predilecto de las familias con hijas, ya nos hacemos una idea de lo importante que era (es) el matrimonio, como una sociedad para mantener la propiedad. Es la precursora de las comedias románticas y el diálogo en el baile entre Elizabeth y Darcy es para leerse siempre que se pueda.