La pena de perder una casa
Ya sea que te tienes que mudar, que te peleas con tu familia, que construyen un edificio, puedes perder tu querido hogar.
Dicen que las mudanzas te pueden causar estrés, que hacen daño, que dan pena y se acaba por llorar.
Ahora imagínate perder una casa.
Hay que dar gracias por el lugar donde uno vive, porque esa es una de las claves de la felicidad, dice Gretchen Rubin en su libro Happier at Home.
Rubin hace un recuento de varias historias de la pérdida de una casa. Ya nos dejó tarea para leer y leer. Aquí van.
Isak Dinesen, que pierde su granja y su casa, en Lejos de África.
La venta forzada de la casa y el huerto en el Jardín de los cerezos, de Chéjov. Del que ya escribí en este Substack. Pícale aquí.
La decadencia de la casa de Virginia Woolf en Al faro.
La pena de Vita Sackville-West al perder la casa de campo de la familia, Knole, bajo la ley de la primogenitura masculina, que cuenta en Knole and the Sackvilles.
El fuego que quemó la obra maestra de Louis Comfort Tiffany, Laurelton Hall, ahora reconstruida en un museo de Florida.
Los asesinatos y el fuego que hicieron que se perdiera el estudio de Frank Lloyd Wright, Taliesin y el segundo fuego que destruyó Taliesin II. La historia está muy fuerte. Pícale aquí para leer más.
Vamos a leer y aquí nos vemos para comentar.