¿Sientes que llegó la vejez? Esto puedes aprender de Ulises
Tal vez ya sea hora de que regreses a tu tierra natal (en sentido real o figurado), a disfrutar los tesoros de tus conquistas.

Si has paseado perros ya sabes que, cuando ven a otros, te jalan, se ladran, se enseñan los dientes, se mueven las colas, los sueltas y se invitan a jugar o montan al otro o juegan a que se montan, se persiguen, corren, se agrupan… Pasa con todos los perros excepto cuando ven a Rubén, el perro viejito que está sentado junto una fuente en el Parque México. Mis perros, siempre tan pendientes de los olores de los otros, pasan junto a él como si Rubén fuera una estatua.
Rubén ya es viejo y por eso sus olores no invitan a nada. Se volvió invisible. A veces te puede pasar. Cuando llegas a cierta edad, la ciudad se llena de Tadzios y Lolitas alrededor tuyo. Tadzio es el chavito de Muerte en Venecia, de Thomas Mann, que se convierte en una gran tentación para un viejo que sabe que no tiene ninguna suerte con él. Y Lolita, ya sabes quién es Lolita.
Kavafis te dice por qué es tan dulce llegar a una avanzada edad. Ya sabes, cuando emprendas el viaje rumbo a ítaca, o sea, cuando ya quieras regresar a la tierra que te vio nacer, ruega que sea muy largo tu camino.
Ítaca es la isla de la que Ulises era rey. Calculo que Odiseo o Ulises tenía apenas unos 20 años cuando tuvo la idea de regalarles un caballo de madera a los troyanos, donde se escondieron los mejores guerreros, con las consecuencias que tú ya sabes.
Total, que la vida de Ulises apenas estaba por empezar cuando ya había definido la guerra de Troya. Y terminados sus servicios en la guerra, emprendió el camino de regreso a su pueblo, y se entretuvo y se entretuvo, conquistando mujeres y diosas, engañando a cíclopes, resistiendo a las sirenas, haciéndose amigo del dios de los vientos, y resolviendo las tonterías que hacía su equipo, como soltar el costal de tormentas o convertirse en cerdos.
Según Cavafis, hay que llegar viejo a Ítaca (en la versión de José Emilio Pacheco):
“No dejes de pensar jamás en Ítaca El desembarco en ella es tu destino Pero nunca apresures la jornada; Deja que se prolongue muchos años Y ya seas viejo al divisar la isla, Rico por lo ganado en el camino, Sin esperar que te enriquezca Ítaca
Todos tuvimos y todos desperdiciamos la oportunidad de leer la Odisea en secundaria. Son demasiadas letras juntas, con muchos acertijos difíciles de entender para niños que están por empezar sus propias aventuras.
Y no se van a enterar de la historia, a menos que un profesor inteligente ponga en las manos de los curiosos niños de secundaria la versión de Charles Lamb de Las aventuras de Ulises, que te cuenta el cuento en un lenguaje mucho más moderno. A mí no me tocó esa suerte, así que tuve que descubrir a Lamb por la película La sociedad literaria y el pastel del piel de patata de Guernsey, sobre un grupo que se reunía a leer para romper el toque de queda de la Segunda Guerra.
Pero ya me estoy desviando. El caso es que Ulises, todo joven como era cuando llegó a Ítaca a rescatar a Penélope de los pretendientes, puede vivir entonces lo que se convierte en una dulce madurez, acostado en la cama con su esposa, hablando cada quien de sus aventuras. Habrá tenido unos 40 años.
Si sientes que ya estás para retirarte a tu casa a cuidar geranios, o sea que ya vas camino a Ítaca, y piensas que la dulce vejez será muy triste, tal vez estés en el error. Los recuerdos, si tienes la fortuna de conservarlos, van a repetir tus aventuras como si estuvieras viendo una película muy entretenida.
¿Y Rubén? Parece que una chica lo adoptó. Ella fue la que le puso el nombre, se lo llevo a su casa y Rubén se escapó para regresar a su lugar en el parque, a ver pasar a los demás perros y disfrutar su papel de piedra.
Los libros son:
Las aventuras de Ulises, de Charles Lamb. Alba Editorial. Barcelona.
Tarde o temprano, de José Emilio Pacheco, Fondo de Cultura Económica, México. Para la versión de Ítaca de Constantino Cavafis.
Y ya que hablamos de Tadzio, habrá que ver el documental El chico más bello del mundo, sobre Björn Andrésen, quien representó a Tadzio en la película Muerte en Venecia, de Luchino Visconti. Ahora Andrésen, a sus 66 años, a punto de ser deshauciado de su departamento, recuerda cómo fueron sus momento de éxito, a los 15, en que no solo fue la tentación de la película, sino también el primer ídolo juvenil de occidente en volver loco a Japón.