México: no eres tú, soy yo
Llegó el momento de que yo le diga adiós a las inversiones en la bolsa mexicana.
Cuando ibas a la escuela y te quedabas dormido en el transporte, despertabas y tenías que bajarte 10 cuadras después. Así me siento yo con las inversiones en la Bolsa Mexicana de Valores.
Compré acciones en la Bolsa hace 13 años. En ese entonces, muchos estábamos muy optimistas de que las empresas mexicanas tenían oportunidades de crecer.
Para comprar las acciones tienes dos maneras:
Te pones a escoger acciones de empresas individuales. Por ejemplo, compras acciones de Bimbo, Femsa (la dueña de Oxxo), Alsea (la que trae Starbucks) o Liverpool.
Compras una canasta de acciones. Hay unos fondos de inversión que tienen en su panza acciones de diferentes empresas. En inglés se llaman ETFs. Está muy fácil uno que sigue al índice de la Bolsa. Así te enteras de si sube o si baja hasta en las noticias.
Total, que compré uno de esos índices, que sigue tal cuál cómo le va a la Bolsa. Cada título lo compré en 30 pesos.
Ahora están en alrededor de 52. O sea que logré una ganancia de 70%. ¡En 13 años! Ese nivel ya lo habían alcanzado en 2017, pero durante dos años cayeron un montón y después se recuperaron.
Siempre te han dicho que la bolsa es una inversión para el largo plazo. Siempre habrá gente que quiera ir a comprar chocorroles o papitas en el Oxxo, así que se puede esperar que sigan creciendo las ventas de las empresas.
Tampoco se trata de quedarse dormido. La economía de México tiene un crecimiento mediocre. Desde hace más de 13 años. Y el peor crecimiento se dio en el sexenio pasado, que además tuvo el agravante de la pandemia.
Ahora todos estamos esperando que el nuevo gobierno dé señales de cómo le hará para impulsar la economía.
Tiene que dejar claro que
Hará algo por el agua, que se nos está acabando y está muy mal repartida. Resulta que México es muy pero muy ineficiente en el uso del agua y que se subsidia su uso para muchos cultivos. Eso termina siendo un disparo en el pie, porque al subsidiar el agua, estamos subsidiando a los consumidores de otros países.
Podrá incentivar que se produzca energía, accesible para todos y a buen precio para la industria.
Facilitará las cosas para que haya créditos más baratos. O sea que va a hacer que el gobierno se endeude menos, para que no nos estemos peleando con él por los préstamos.
Cobrará bien los impuestos y no solo se va a ir contra los contribuyentes cautivos. Eso de que les cobre tanto a las empresas con el ISR y no a los consumidores con el IVA, hace que muchos de los empresarios no reinviertan, prefieran el efectivo y vayan a gastarlo en viajes de shopping al extranjero.
Construirá un terreno parejo, con instituciones confiables de impartición de justicia.
En lugar de escuchar eso, presenciamos unos discursos en los que la presidenta se pelea con una universidad gringa porque alguien en una conferencia se rió de algo, le pone apodos a un ciudadano que no le cae bien y descalifica a unos jueces. Ah, eso sí, dice que ya le regresó Pemex al pueblo.
No. A la presidenta no parece interesarle la economía. Ay, qué flojera pensar en buscar maneras para que se generen empleos, en lugar de dedicarse a echar bronca y conseguir puntos de ráting.
Si ya supuestamente ganaste 70% en trece años (menos de 5.3% anual en pesos) y ya no crees que esto vaya a mejorar, es el momento de bajarse. Qué lástima, porque no parecía tan mala idea que creciera la economía de México.