Edad: Ni tanta que ya te digan “¡Qué bien se conserva!” ni tan poca que no te pregunten en tus cumpleaños.
Total que voy a visitar a unos amigos a Estados Unidos y me preguntan si estoy invirtiendo en acciones. Pues tengo por ahí una cuenta en una casa de bolsa en línea, pero hace mucho que no le hago caso.
¡Pero si invertir es lo que hacen los pensionados!, me dicen (de cierto nivel de ingresos, por supuesto).
Con ese reto, no me quedó más remedio que buscar las claves de acceso a mi casa de bolsa en línea, arremangarme la camisa (mentira, porque los pensionados ya no usan manga larga) y disponerme a comprar títulos de inversión: acciones, ETF, fondos de inversión, cetes.
Pero, ¿qué compro? La tentación, que se supone que hay que evitar, es comprar las acciones de empresas que conoces. Starbucks, Walmart, Nike, Femsa. Si ya las conoces es porque lo más probable es que estén muy choteadas y muy caras. Así que a estudiar.
Pues… a trabajar. Haré la tarea y les voy platicando lo que me encuentro. El nombre está inspirado en la ya desaparecida revista El nuevo inversionista, que tanto nos competía cuando yo editaba Dinero Inteligente.
Y Jane Austin, ¿en qué invertía?