Cuando dices que no te gusta el chisme, pero...
Esta escritora será una guía para que uses a tu favor las verdades a medias.
Se te dijo y creo que hasta se te repitió: ese primo del excuñado tuyo pedía dinero prestado y nunca lo regresaba. O esa dizque amiga de tu conocida que se robaba las recetas. Y tú decías que no te interesaba el chisme, pero a la mejor te habría convenido escuchar un poco más.
¿Quién dijo que los chismes no servían? Bueno, todo el mundo menos tú ha leído Sapiens, de Harari, donde explica que los chismes son los que realmente nos distinguen de los changos, porque solo nosotros andamos intrigando con que si el nuevo en la tribu trae una historia truculenta.
Y el gran manual para entender cómo funcionan los chismes puede ser Orgullo y prejuicio, de Jane Austen. No me salgas con tus prejuicios y que no quieres leer a la Austen porque ya la viste en un montón de películas y porque esa novela es la madre de todas las comedias románticas.
Ya sabes esas rom-coms, en las que todos sabemos que los que empiezan peleándose van a terminar locamente enamorados, y aquí te menciono solo algunas de mis favoritas, además de las que se han hecho a partir de los libros de Jane Austen: Sucedió una noche y su remake Año bisiesto, Enamorada (con Pedro Armendáriz y María Félix) o Harry y Sally. El diálogo durante el primer baile de Lizzy Bennet y Fitzwilliam Darcy es al que deben aspirar todas las películas románticas.
No te has fijado bien, pero en realidad Orgullo y prejuicio no se trata de una chica que encuentra el amor para casarse y vivir feliz para siempre. No, no, no. Se trata de cómo se puede defender una mujer, aun en medio de la muy patriarcal sociedad de la era georgiana a principios del siglo XIX. El libro se trata más de cómo la protagonista usa sus artes y su valentía para salvarse de los pretendientes incorrectos.
Te la cuento para que no tengas que ver otra vez la película (aunque, ¿seguro que no quieres ver a Keira Knightley?). Primero se salva del pelmazo señor Collins, que cada vez que aparece se suelta un rollo de lo más aburrido. Y eso que debía casarse con él, si es que quería conservar la casa para su familia, porque él era el heredero.
Luego se salva de George Wickham, que muy pronto muestra el cobre y se gana el título de mercenario por irse tras la primera chica con cierta fortuna.
Los chismes son los que hacen que Lizzy no quiera saber nada de Darcy. Pero en el manual de Jane Austen para entender los chismes hay que tener estas tres precauciones.
Fíjate en quién te cuenta el chisme. Desde un principio, a Lizzy le gustó Darcy, que no se haga, pero está buscando pretextos para no caer rendida a sus pies. Cuando conoce a Wickham, más simpático y más guapo que Darcy, le cree todo, ya sabes el efecto aura, que le crees más a los que se ven más bonitos que a los promedio. Después resulta que Wickham es un cazafortunas o un caza inocentes, lo que se deje primero.
Espérate a escuchar la historia completa. Como buena comedia romántica, a Lizzy le cae mal Darcy por orgulloso, entonces pone en práctica todos sus prejuicios para alejarse de él. Lo que no sabe es que es el que más le conviene. ¿Te das cuenta de la palabra? Cuando por fin ve la historia desde todos los ángulos, entonces sí puede rendirse a sus pies.
No creas que te vas a salvar de los chismes. El Señor Bennet, o sea el papá de Lizzy, se entera de que ella está a punto de comprometerse con Darcy por los chismes del pelmazo. Me encanta usar la palabra pelmazo, como que nadie sabemos bien qué significa. Y entonces, Mr. Bennet se avienta una de las grandes citas de la literatura universal:
“Para qué vivimos, si no es para que nuestros vecinos se rían de nosotros y reírnos de ellos cuando nos toque”.
Por cierto, la película deja fuera el pequeño escándalo de que la hermana de Lizzy se fue nada menos que con el caza fortunas y pasó una temporada con él antes de casarse. (Ups, ya te volví a contar el final de un libro).
Quédate con esta guía para aprovechar los chismes. Y deja ya ese prejuicio de que Jane Austen se la pasa hablando de los matrimonios que vivieron felices para siempre. Si te das cuenta, al ver a las parejas con mucho tiempo de casadas, como los papás de las señoritas Bennet, el matrimonio en la obra de Jane Austen puede ser de todo, menos la felicidad para siempre.
Mientras tanto, ya tienes una guía para saber si el primo de tu ex cuñado te va a pagar (la respuesta es no).
P.S. Alguien me había dicho que Enamorada, de Emilio Fernández, se basaba en La fierecilla domada, que es un horror de obra machista, con todo y que es (o tal vez porque es) de Shakespeare. Nada de eso.