Contraté a un periodista y esto fue lo que pasó
Ahora las empresas quieren tener en sus filas a alguien que sepa contar historias.

Parece que los periodistas resultaron muy buenos para contar historias y las empresas quieren contar las suyas, porque están orgullosas de sus orígenes y porque sienten que así van a conectar con su público.
¿Por qué necesitas un periodista para comunicar lo que quieres? Porque los buenos periodistas…
Son escépticos. Si les cuentas que algo es maravilloso y un paraíso, van a encontrar el pero. Exactamente igual que como le va a hacer la gente que lea los comunicados o las notas que publiques.
Se esfuerzan por ser objetivos. Lo más importante es que saben que no es verdad que se pueda ser objetivo por completo.
Son claros. Siguen el precepto de Mark Twain, de que el periodismo debe contar las cosas claramente en la menor cantidad de palabras posibles. “Nunca escribo ‘metrópolis’ por siete centavos cuando puedo escribir ‘ciudad’ y me pagan lo mismo”, dice Twain.
“Nunca escribo ‘metrópolis’ por siete centavos cuando puedo escribir ‘ciudad’ y me pagan lo mismo” (Mark Twain)
Entienden que hay una fecha para entregar. Y no te hacen esperar hasta que tengan un texto precioso pero que ya no sale en el momento oportuno.
Descubren cuáles son las historias que realmente le interesan al público. Encuentran dónde está el conflicto, eso que va a hacer que alguien quiera leer más y más y, todavía mejor, que lo quiera compartir.
Encuentran el mejor ángulo de un mensaje, para que despierte la curiosidad del lector.
- Sobre todo, tienen ellos mismos una gran dosis de curiosidad, que los impulsa a cuestionar lo que saben, a aprender más sobre un tema y a preguntar, preguntar y preguntar antes de publicar algo.
Y sobre el título de esta nota, ¿qué pasa cuando una empresa contrata periodistas?
Advertencia: no todo será una bonita relación. Los periodistas son escépticos y eso implica que también pueden ser algo negativos. Tú quieres hablar de lo bonito que está tu campo de golf y el periodista encontrará que gastas más agua que el distrito de riego del Río Yaqui.
O puede ser que te entregue algo y no se ajuste al lenguaje de tu empresa. El periodista quiere escribir para llamar la atención, pero en tu compañía prefieren un lenguaje más discreto y ¿cómo decirlo? ¿Menos sensacionalista?
El buen periodista, como ya quedamos, valora la objetividad, así que siempre le debe quedar claro cuáles son los intereses de tu empresa al difundir un mensaje.
Esas diferencias son asperezas que se pueden limar. No creas, el buen periodista está acostumbrado a que sus textos pasen por varios pares de ojos antes de publicarse —cada vez menos, eso sí—, y si es verdaderamente bueno aprenderá que eso aumenta la claridad de los mensajes.
Hablando de Mark Twain, el escritor tiene un cuento sobre un periodista que se queda sin trabajo y de pronto le surge la oportunidad de editar una publicación de agricultura, un tema del que no sabe ni un rábano o un pepino.
La primera edición de ese periódico de agricultura resulta un desastre: los suscriptores no pueden creer que se les den consejos como:
“Para cosechar los nabos hay que sacudir el árbol donde crecen”
“Las calabacitas son una gramínea muy apreciada en Nueva Inglaterra y al mismo tiempo la única variedad comestible de los naranjos”.
Cuando el director del diario se aparece furibundo a despedirlo, el narrador dice: “Hace catorce años que ejerzo el periodismo, ¡catorce años! ¿Sabe? Y nunca he visto que sea necesario saber algo de algo para escribir en un periódico”.
Sí, tal vez tu empresa necesite un periodista, pero uno que cumpla con las reglas del buen periodismo. Y por lo menos que pregunte qué es una calabacita.
Joya de texto. Periodista literato? Cuentista? Curador de palabras? Fiero enemigo de lugares comunes? Corresponsales de guerra de la verdad? Dices que los textos los veían varios pares de ojos, "cada vez menos, eso sí..." Y sí. Hemos perdido varios pares de ojos curiosos y valientes en lo que va del año. Sin periodistas, la sociedad queda ciega.